Reconocimiento de nuestros errores
Es obvio, pero los errores existen y siempre se producirán. Eso es seguro. Especialmente ahora, que vivimos sumergidos en tiempos de cambios constantes que convierten nuestro día a día en auténticos desafíos empresariales, con todas las evoluciones que ello conlleva.
Pero el cliente también sabe que se cometen equivocaciones (casi seguro que él será el responsable de más de una) y por eso mismo, lo más importante es darles una solución. Te aconsejamos que focalices tus esfuerzos en minimizar ese desacierto. ¿Cómo se consigue?
-Poniéndonos en contacto con el comprador, una acción que denota responsabilidad. Tenemos que encarar esa situación de una manera relajada.
-Aceptar que no lo hemos hecho bien, que hemos cometido un error, un gesto que nos humaniza y que transmite confianza al usuario.
-Buscar una solución rápidamente (por ejemplo, si hemos enviado un artículo defectuoso, volverlo a mandar sin cargo alguno). La alternativa tiene que ser del agrado del cliente.
Está claro que todas las equivocaciones no son iguales y que su trascendencia puede ser mayor o menor dentro del funcionamiento de la empresa, pero en esos momentos hay que tener una actitud positiva y constructiva.
No olvides que normalmente un error asumido por la empresa no afecta a la reputación de la misma. Y esa es la finalidad: que sigan confiando en nuestro negocio.